Una reflexión sobre los recursos autóctonos e incluso endémicos del lenguaje museográfico –aquellos que no se pueden encontrar en otros lenguajes o sólo en menor medida y que están siempre en la médula del éxito de los museos más relevantes e influyentes— conduce a proponer dos aspectos o activos básicos del lenguaje museográfico: la experiencia social y la tangibilidad.
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